14 de marzo de 2013

La Plaza de San Pedro


 Casos de pederastia, abdicación del Papa Benedicto XVI y la elección del primer Papa latinoamericano. Son las claves que han marcado los últimos años del Vaticano. La última vez que el Vaticano vivió la abdicación de un Papa fue hace 598 años con el Papa Gregorio XII.
Detrás de cada acontecimiento religioso, siempre hay una obra artística de grandes magnitudes. La religión siempre ha marcado el arte, sobre todo en una época, el Barroco, en la que la Iglesia necesitaba reafirmar su poder ante la crisis en la que se encontraba. El cónclave finalizó ayer por la tarde con la elección del nuevo Papa Francisco I. El acto tuvo lugar en el Vaticano, y la Plaza de San Pedro acogió a los fieles que esperaban la fumata blanca y, con ella, al nuevo Papa. Esta plaza recoge en cada uno de sus rincones el encanto de la arquitectura del Barroco. La unión de elementos curvos y líneas rectas, grandes columnas, y sobre todo, la simbología que representa cada uno de estos elementos, son las características fundamentales de esta gran obra.
Una vez más, el arte se presenta como uno de los principios económicos de la ciudad en la que se encuentra. Roma es el centro cultural de Europa, todas las etapas artísticas se encuentran en esta ciudad. El Coliseo romano, la Plaza de la Fontana de Trevi o el Vaticano y su Plaza de San Pedro son los lugares más visitados de Roma.
Como viene ocurriendo desde el comienzo de las obras artísticas, una obra comienza en un periodo y es finalizada en otro. Esto ocurrió en la basílica de San Pedro del Vaticano, la gran obra que comenzó el arquitecto Bramante y continuó Miguel Ángel en el Cinquecento. Carlo Maderno fue el primer arquitecto que mostró los rasgos barrocos en los edificios, y fue el encargado de finalizar la gran basílica.
Las grandes iglesias tienen grandes plazas donde acoger a sus fieles en los peregrinajes. Así, Gian Lorenzo Bernini construye la Plaza de San Pedro. Las obras abarcaron 20 años, desde 1657 hasta 1677. Esta obra es la más importante de su vida. Logró en ella efectos de perspectiva y consiguió una importante simbología religiosa en ella.  Para conseguir esta simbología dividió la plaza en dos partes: una parte trapezoidal y una parte elíptica que está enmarcada por una columnata de carácter gigantesco. Las columnas se caracterizan por las ideas barrocas de escenografía teatral y de efectos sorpresa que creaban fuertes contrastes de luces y sombras.  El propio Bernini definió su plaza del Vaticano llena de un gran simbolismo cristiano: “los brazos de la Iglesia abrazan a los católicos para reforzar su creencia, a los herejes para reunirlos con la Iglesia, y a los ateos para iluminarlos con la verdadera fe”. Cuando habla de los brazos de la Iglesia, se refiere a la parte elíptica. La parte trapezoidal logra un efecto de perspectiva que hace parecer a la fachada más grande de lo que es. Eso lo logra colocando la parte de mayor longitud en el lado paralelo a la fachada. Quizá la obra que le dio paso a construir esta plaza fuera el baldaquino que construyó en el interior de la propia Basílica del Vaticano.

Son numerosas las plazas barrocas que podemos encontrar, como por ejemplo, la Plaza Mayor de Madrid de Juan Gómez de la Mora, o la Plaza de los Vosgos de París. Pero no hay ninguna que represente de manera más fiel las características barrocas.


Sandra Fernández Serrano, 1.º PERIODISMO 

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